Glimmering 
Matter 
Consistency

Jadite Galleries
New York City
2014

Chilean Embassy
Washington D.C.
2015

Huecograbado sobre Papel Guarro
1.10 x 75 cm.
   
Hades
   
Hestia
   
Neptuno
   
Hermes
   
Hera
   
Efesto
   
Dionisios
    
     
       
El mito relata una historia sagrada, es decir, un acontecimiento primordial que tuvo lugar en el comienzo de Tiempo, ab initio. Mas relatar una historia sagrada equivale a revelar un misterio, pues los personajes del mito no son seres humanos: son dioses y héroes. (Mircea Eliade)

El hombre inmerso en la naturaleza necesita aferrarse a algo. Estamos rodeados por océanos y civilización, bombardeados por informaciones que no deseamos oír e imágenes que no quisiéramos ver, en algún momento se habló del shock del futuro donde convivían autómatas y robots, ahora navegamos por el ciber-espacio, siempre al borde da la utopía. El hombre primitivo distingue dos tiempos: el tiempo sagrado y el tiempo profano. El tiempo sagrado es el tiempo primordial u original, anterior a la historia y constituye el tiempo real. El tiempo profano, en cambio, es el tiempo mutable e histórico, todas las realidades de este tiempo están en continuo proceso y es estable. Los mitos no son otra cosa que las narraciones espontáneas del origen de la realidad profana, y por tanto, de su fundamento.

Pareciera ser que estas construcciones están ancladas en ningún lugar ya que sólo nos remiten al origen del mundo, y sin embargo, van generando zonas de nuevos significados. Pero es la escritura, la grafía quien genera una marca en el espacio, traduciéndose en textualidad, y tal vez sea este tejido el punto de unión, lo que conecta estas dos realidades, que nos llevan a otro lado y nos dejan en el mismo sitio, perplejos en un fragmento de la perplejidad (Perséfone de Homero Aridjis).

Las obras de María Inés Rivera han sido realizadas para esta exposición, utilizando la técnica del huecograbado -aguatinta, puntaseca y aguafuertemuchas veces experimentando en la misma superficie del metal como si se tratase de una pintura o bien dibujando en ellas. La temática que se desarrolla en estas obras propone una reflexión en torno al hombre y su relación con la naturaleza, la soledad y el distanciamiento de estar albergado en el mundo vertiginoso del presente. Asociando el mundo mitológico y de la fantasía, proponiendo una serie de nuevos personajes extraídos del universo atemporal de los arquetipos, con la mirada esperanzadora de poder encontrar un centro, un horizonte.

Cada una de estas nuevas imágenes, vienen transitando desde un cúmulo de sensaciones amarradas firmemente a las palabras o historias de la mitología, más que a sus imágenes o representaciones ya conocidas. Podemos referirlas a un proceso continuo que busca lo esencial, con un punto de unión común a todas a ellas: el resaltar la expresión, el lograr romper el vínculo de lo que vemos por el estallido innato del gesto y la materia.

Nos adentramos a un mundo donde cada gesto es capturado y traducido en fuerza expresiva, que va sumando sus partes a modo de islas diseminadas hasta constituirse en un gran archipiélago, como un gran albergue para estas emociones que bordean lo racional, donde muchas veces femenino y masculino se confunden. Podríamos decir que allí florece la palpitación de lo bello no como una sustancia en sí, sino tan solo un dibujo de sombras (El elogio de la sombra, J. Tanizaki).

Así van apareciendo Artemisa (Diana en latín) diosa de los bosques, que conjuga la sabiduría protectora y la astucia; Afrodita, diosa del amor, nacida de la espuma del mar; Demeter (Ceres en latín) diosa de la agricultura y la fertilidad de la tierra; Hestia, diosa del hogar y el fuego interno, con brasas encendidas cubierta de cenizas; Hera, diosa de la fortificación, la valentía y los desafíos; Atenea, diosa de la sabiduría, el equilibrio y la justicia; Efesto (Vulcano en latín) dios de la forja y el renacer por el trabajo; Neptuno, dios del mar y que aparece suspendido en las profundidades; Zeus, dios de los rayos, el gran rector sabio y poderoso; Hades, dios de las profundidades y el mundo subterráneo; Apolo, el dios luminoso y de las ideas con la sentencia conócete a ti mismo; Dionisios y las emociones en constante ebullición; Hermes (Mercurio en latín) mensajero de los dioses.

En la persistencia de su deseo de ver, Rivera, continuamente nos enfrenta al rumor y proximidad de sucesos diferentes, a un todo convulsionado de pequeños instantes, que nos aproxima a un recorrido, a un lugar, a una serie de visiones instantáneas con una ida o un regreso. Aquí no hay nada definitivo. Todo está sometido a constantes pruebas y transformaciones, donde siempre existe una sección por completar, tal vez obedeciendo a los ciclos del universo y a lo cambiante de nuestra mirada. Así lo desmembrado, este caótico ajuste de partes, es lo que finalmente deviene en la obra final.
Destellos,
Materias,
Permanencias.

Texto curatorial por
Carlos Montes de Oca
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Demeter
   
Apolo
   
Atenea
 
Afrodita
 
Artemisa
   
Zeuz